viernes, 25 de agosto de 2017

¿Quién es el héroe de la supremacía blanca: Lee o Lincoln?

            La reciente ola de confrontaciones raciales en EE.UU. empezó con los esfuerzos de grupos antirracistas, por derrumbar las estatuas de Robert E. Lee, el general de los ejércitos confederados durante la guerra civil norteamericana. Como se sabe, en esa guerra, el motivo principal de la confrontación fue la esclavitud: el Norte quería abolirla, el Sur quería preservarla. Y así, los grupos contemporáneos de supremacía blanca, suelen ver en Lee a un héroe que defendió la sociedad esclavista sureña, y por eso, no están dispuestos a ver sus estatuas derrumbadas.
            Pero, a decir verdad, si en realidad esos supremacistas blancos quieren ser consistentes con los datos historiográficos, deberían abrazar como figura, no propiamente a Lee, sino a su archienemigo, Abraham Lincoln. La historiografía convencional, aquella escrita por los vencedores de la guerra civil, quiere representar a un Lincoln progresista, firmemente abolicionista, comprometido con la igualdad racial, que honestamente se enfrentó a los racistas sureños. La realidad histórica es mucho más compleja.

            Lincoln nunca fue un abolicionista convencido. Que hubiera o no esclavitud en los estados sureños, le resultaba indiferente. De hecho, Lincoln siempre apoyó una ley que exigía a los estados norteños, devolver esclavos fugitivos a sus amos sureños. La verdadera preocupación de Lincoln era que la esclavitud no se extendiese a los territorios recién conquistados en la guerra contra México.
Los motivos de esto parecían ser más económicos y nacionalistas que humanitarios. Si esos nuevos territorios se mantenían sin esclavos, había la oportunidad de que la industria norteña (que, al estar basada en labores que requerían más tecnología, no necesitaban esclavitud) se expandiese en esos territorios. Y, Lincoln también tenía una preocupación racial: si en esos nuevos territorios se permitía la esclavitud, eso despojaría de oportunidades de empleo a los emigrantes blancos procedentes del Norte.
De hecho, ésa pareció ser otra razón más para que Lincoln no se opusiera a la esclavitud  en los estados sureños: si en el Sur se abolía la esclavitud, habría un éxodo masivo de libertos al norte, y eso desplazaría a la mano de obra blanca. Vale recordar que Lincoln incluso favorecía que los esclavos fugitivos en el Norte, fueran devueltos a sus amos en el Sur.
Ciertamente, una vez iniciada la guerra civil norteamericana, Lincoln declaró la emancipación de los esclavos. Pero, hay espacio para pensar que aquello sólo fue una medida calculada para ganar apoyo internacional de Inglaterra (una nación mucho más vehementemente abolicionista), y enlistar a esclavos liberados en sus batallones, en un momento durante el cual, el Norte no estaba seguro de poder ganar la guerra.
En todo caso, aun liberando a los esclavos, Lincoln no estaba dispuesto a que los blancos convivieran con los negros. Lincoln consideraba a los negros claramente una raza inferior, y en concordancia con las ideas de su mentor Henry Clay, siempre defendió el proyecto de que los negros de EE.UU., ya liberados, deberían regresar a África (la colonia de Liberia se estableció con ese fin) o ir a alguna isla caribeña (como Cuba o Haití).
Todo esto encaja muy bien con la actual ideología de supremacía blanca en EE.UU. Ninguno de esos grupos pretenden un regreso a la esclavitud. De hecho, en su mentalidad, ellos piensan que la esclavitud perjudicó tanto a los blancos como a los negros, porque despojó a los blancos del ímpetu laborioso (un argumento abolicionista en el siglo XIX era que la esclavitud debía desaparecer, no por el bien de los negros, sino por el bien de los blancos).
Esos grupos de odio ciertamente se consideran superiores a los negros, pero no desean tenerlos como una raza de sirvientes. Su interés es que se vayan, y dejen a EE.UU. ser un país de blancos, “América para los americanos”. Temen que gente de otras razas les quiten oportunidades laborales. No quieren tener esclavos, pero tampoco quieren convivir con los negros. Eso es exactamente lo que Lincoln defendió.
Lee, en cambio, fue mucho más ambivalente en su defensa de la esclavitud, la superioridad de la raza blanca, y la coexistencia con otras razas. Se hizo general de los ejércitos confederados, no porque quisiera defender la esclavitud propiamente, sino porque pensaba que Lincoln había hecho crecer demasiado el poder central del gobierno de Washington, y oprimía la autonomía de los gobiernos locales descentralizados. Los actuales supremacistas blancos, enamorados de Trump, prefieren mucho más un Estado centralizado fuerte (sólo un Estado así puede instrumentar las salvajes políticas que Trump propone).
De nuevo, si estos supremacistas blancos quieren ser más consistentes con las figuras históricas, deberían verse más representados en Lincoln que en Lee. Pero, no pidamos peras al olmo. Unos fanáticos que son capaces de tanto odio, difícilmente prestarán atención a los libros.

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