viernes, 27 de enero de 2017

La Orden de Malta y los conspiranoicos

La Edad Media está de moda. Juego de tronos y otras series televisivas han hecho despertar un interés en caballeros, doncellas, monjes, aldeas feudales, castillos y demás. Pero, si bien este interés ha cobrado auge en los últimos años, desde los días de la Revolución Francesa y el Romanticismo hacia finales del siglo XVIII, la imaginación occidental siempre ha llenado de misticismo y misterio el mundo medieval.
Las teorías conspiranoicas no escapan a esto. Si bien  nuestros cerebros están programados para la paranoia, y siempre ha habido sospechas de que las cosas no son como parecen, los conspiranoicos suelen señalar a la Edad Media como el origen de las más grandes conspiraciones. Y, de todos los eventos de la Edad Media, particularmente las Cruzadas se presentan como la ocasión de la cual emergieron los grupos más siniestros que hoy mueven los hilos del poder.


En 1095, el emperador bizantino Alejo I Comneno escribió al Papa Urbano II, solicitándole ayuda para hacer frente a los turcos selyúcidos, que amenazaban con atacar Constantinopla. En Europa, había muchas circunstancias para que el Papa respondiera decididamente al llamado bizantino. En Europa predominaba una sociedad feudal que empezaba a salir de las tinieblas de épocas pasadas, y comenzaba a tener prosperidad. La población crecía, y apareció un deseo de expandir los reinos hacia nuevos territorios y buscar nuevas riquezas. En la sociedad feudal había querellas de todo tipo, y el Papa seguramente vio aquello como una oportunidad para organizar ejércitos de forma tal que luchasen contra un enemigo externo, y así dejasen de pelear entre sí. Además, los peregrinos cristianos que acudían a Jerusalén tenían dificultades en llegar, pues eran acosados por bandoleros de camino, así como por las propias autoridades musulmanas.
El Papa, pues, decidió convocar a la cristiandad occidental en una santa cruzada contra los infieles, para retomar el control de Jerusalén. En un famoso discurso pronunciado en la ciudad de Clermont, en marzo de 1095, Urbano II decretó que todo aquel que muriera en combate tendría sus pecados perdonados. La gente se vio atraída por la aventura militar, la esperanza de conseguir tierras y riquezas, y la satisfacción de cumplir con un deber religioso. Empezó así una campaña militar con atrocidades de todo tipo en el camino a Jerusalén. Finalmente los cruzados llegaron en 1099, y tomaron control de la ciudad santa.
Antes de que los cruzados llegaran, ya había en Jerusalén grupos cristianos occidentales. Uno de esos era la Orden de los Hospitalarios. Esto era un grupo de hombres que en el siglo XI habían llegado a Jerusalén a organizar hospitales para atender a los peregrinos cristianos que padecían enfermedades. Luego de que llegaron los cruzados, la orden expandió sus actividades, y fundó hospitales en ciudades italianos en el camino hacia Jerusalén. En 1113, fueron reconocidos por el Papa Pascual II. Esto les permitió recibir más donaciones, y así, sus actividades fueron creciendo.
Como muchas otras órdenes en aquella época, y sobre todo en el contexto de las Cruzadas, los hospitalarios cumplían una labor religiosa y militar. Tenían una organización militar, y manejaban armamento. Eran célibes, y estaban gobernados por un maestro que ejercía una función vitalicia. Con todo, los reinos cristianos que se instalaron en los territorios conquistados no fueron duraderos, y en 1187, los ejércitos musulmanes atacaron Jerusalén. Los hospitalarios mudaron su sede, primero a Margat, y luego a Acre en 1197. Ahí estuvieron casi un siglo; en 1291, frente a un nuevo ataque musulmán, los hospitalarios se mudaron a Chipre.
A pesar de todas estas movilizaciones, y gracias a la ferocidad y destreza militar que exhibían en las batallas contra los musulmanes, los hospitalarios fueron creciendo en poder. En 1309, tenían la suficiente capacidad como para adquirir la isla de Rodas, la cual gobernaron como un Estado soberano. En el siglo XVI, el imperio otomano asechaba ahora a los hospitalarios, y en 1523, logró apoderarse de Rodas.
Los hospitalarios capitularon ante el sultán Suleimán el Magnífico. Pero, su poder aún no se desvanecía. Siete años más tarde, en 1530, el emperador Carlos V concedió a los hospitalarios la isla de Malta. A cambio, cada año tendrían que dar al emperador como tributo un halcón, el famoso halcón maltés. Y, en vista de que ahora la Orden se asentaba en Malta, estos caballeros vinieron a llamarse la Soberana Orden militar y hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, hoy se les conoce como la Orden de Malta.
Los caballeros estuvieron en Malta hasta 1798, cuando Napoleón tomó el control de la isla. Se replegaron por Europa, hasta asentar su sede en Roma (donde permanecen hoy). Nunca recuperaron territorio, pero continúan en sus actividades. Aún conservan el componente militar en algunos de sus símbolos, pero básicamente, sus actividades consisten en la gerencia y organización de hospitales y misiones humanitarias.
Pero, por supuesto, el conspiranoico desconfía. El hecho de que se trata de una orden de origen medieval, con ceremonias de iniciación más o menos ocultas, y con una membrecía muy selecta, ha propiciado que se formulen rumores respecto a las triquiñuelas de la Orden de Malta. Curiosamente, la Orden de Malta goza de estatuto como país observador en las Naciones Unidas, a pesar de que no tiene ningún territorio. Los miembros de la Orden de Malta tienen su propio pasaporte pues, en efecto, bajo el derecho internacional, son prácticamente un país aparte. Previsiblemente, el conspiranoico sospecha de todo esto.
La teoría conspiranoica más común es que la Orden de Malta es un brazo político del Vaticano, que sirve como enlace entre Roma y grandes centros de poder militar, fundamentalmente EE.UU. Supuestamente, varios jefes de la CIA han sido miembros: William Donovan, Allen Dulles, John McCone y William Casey. Habitualmente, los conspiranoicos asumen que el parecido de los símbolos una señal inequívoca de una componenda, y así, se han señalado paralelismos entre el logo de la CIA y la Cruz de Malta.
Algunos fascistas también llegaron a utilizar la Cruz de Malta en sus despliegues simbólicos, y así, se ha postulado que la Orden de Malta tiene vínculos con el fascismo y el nazismo. Se ha dicho que Mussolini y Franco fueron caballeros, y que este último inició a Juan Carlos I en la Orden. Nada de esto pasa del rumor, y en comparación con otras teorías, lo de la Orden de Malta no suele captar demasiado la atención de los conspiranoicos.
Pero, en vista de que la Orden de Malta tuvo sus orígenes en la Edad Media, y sus caballeros se destacaron en combates contra los ejércitos musulmanes, hay un renovado interés conspiranoico en la Orden. Pues, desde que en 2001 EE.UU. invadió Afganistán, se ha hablado mucho de un choque de civilizaciones. Y, en ese choque, la Orden de Malta nuevamente saldría en defensa de la cristiandad frente al Islam.
A diferencia de las guerras anteriores, a partir de la invasión a Afganistán, EE.UU. empezó a usar masivamente tropas mercenarias. La compañía mercenaria que más soldados ha ofrecido es Blackwater. Este ejército privado ha estado en el ojo del huracán por varias atrocidades cometidas en contra de civiles iraquíes. Los conspiranoicos postulan que el fundador de Blackwater, Erik Prince, es miembro activo de la Orden de Malta. Según esta teoría, Prince tiene un doble propósito: hacer dinero a expensas de la guerra, y defender fanáticamente a la cristiandad frente al Islam, tal como los primeros caballeros lo hicieron en las Cruzadas.
La organización terrorista Al Qaeda, según parece, también cree en esta teoría. Pues, en 2007, durante la guerra de Irak, ofreció recompensas a quien matara a miembros de la Orden de Malta, bajo el entendimiento de que ellos eran quienes realmente estaban detrás de las invasiones a Afganistán e Irak.
Lo cierto es que todo esto es mucho ruido y pocas nueces. Los conspiranoicos acusan a mansalva, pero no ofrecen ninguna evidencia que respalde sus alegatos. A lo sumo, destacan paralelismos simbólicos entre la Cruz de Malta y algún otro emblema de grupos mercenarios o fascistas, como si eso fuese la prueba contundente del delito. Recordemos: la mente conspiranoica ata cabos sueltos, y ve conexiones donde realmente no las hay. Es cierto que la Orden de Malta tiene una significativa riqueza. Pero, ¿no se les ocurre a los conspiranoicos pensar que, sencillamente, con su buena labor humanitaria, han logrado recibir cuantiosas donaciones?

También es cierto que es un poco extraño que la Orden de Malta reciba estatuto como país observante en la ONU, mientras que a muchos otros países con territorio propio se les niega ese derecho. Sería insensato negar que la ONU ha obrado mal en muchas ocasiones. Pero, para decir que la concesión a la Orden de Malta es producto de una conspiración de largo alcance, habría que postular que la conspiración cuenta con cómplices de todo tipo, pues la ONU consta de muy diversa gente. Es difícil que tanta gente mantenga el silencio respecto a una conspiración tan grande. Es mucho más razonable postular que la Orden de Malta es sencillamente lo que aparenta ser: un grupo de aristócratas que hacen labores humanitarias.

1 comentario:

  1. La orden de Malta, también, por involucrar gente importante, puede actuar como enlace para conectar o relacionar sectores importantes, que, si no hubiese este tipo de intermediarios de importancia (pues para ser de la orden hay que tener título nobiliario), sería mucho más difícil de reunir. En este sentido, su principal papel es de ser facilitador diplomático. Y -OJO- pocos Estados en el mundo pueden fungir un papel así internacionalmente. Sería sarcástico siquiera preguntar si Venezuela podría fungir un papel así. Entre otras cosas, los caballeros de Malta saben como tomar los cubiertos y comer, y hablan varios idiomas. Es posible "raspar" a varios de nuestros diplomáticos en esas dos cosas: modales en la mesa y manejo de idiomas,... para empezar...

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