jueves, 3 de marzo de 2016

Bernie Sanders y el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica

            En la campaña electoral presidencial norteamericana de 2016, uno de los temas más importantes, pero también de los menos discutidos, es el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés). Básicamente, éste es un acuerdo de libre mercado entre países del Pacífico, EE.UU., y otros países de América.
            El candidato que más se ha opuesto al TPP es Bernie Sanders, el mismo que se ha atrevido a proclamarse como “socialista” (un gesto muy valiente en un país como EE.UU.). Se han hecho varias críticas al TPP, las mismas que habitualmente se hacen a todo acuerdo de libre mercado entre países. Se dice que esto enriquecerá a las trasnacionales y empobrecerá a los trabajadores, pues el acuerdo relaja las leyes que protegen a los trabajadores. Hay quejas de que esto destruirá los ecosistemas, pues ahora se cuenta con mayor facilidad para producir más, y los gobiernos firmantes tienen menor capacidad de regulación. Y, en el caso del TPP, se ha levantado especialmente la queja de que las negociaciones entre los países fueron bastante secretas (eso en parte explica por qué no es un tema muy discutido en los debates presidenciales de EE.UU.).

            La discusión sobre si los acuerdos de libre mercado son buenos o malos, es compleja y extensa, y yo no tengo una postura definitiva al respecto, pues hay buenos argumentos de parte y parte. Pero, hay algo que encuentro extraño. El principal argumento de Sanders para oponerse es que esto perjudicará a la clase trabajadora norteamericana, pues permitirá que las trasnacionales empleen mano de obra barata en los países subdesarrollados. Eso generará, o bien desempleo entre los norteamericanos, o bien reducirá sus sueldos.
            Sanders se presenta como el defensor de los pobres norteamericanos contra los codiciosos ejecutivos que quieren abaratar costos, produciendo sus mercancías en las maquillas de Vietnam e Indonesia. Vale. Pero, ¿no ha pensado Sanders que, en su intento de proteger a los trabajadores norteamericanos, perjudica a los propios trabajadores vietnamitas e indonesios que quieren mejorar sus sueldos a través de la competencia, pero que el proteccionismo de Sanders se lo impide?
            Veo sensato que alguien como el subcomandante Marcos se opusiera al NAFTA, porque temía que las trasnacionales invadieran con sus productos el mercado mexicano, y desplazara la producción de los artesanos locales (el argumento de Marcos es discutible, pero al menos podemos considerarlo). Marcos busca proteger el taller de artesanía mexicano frente a la fábrica industrial norteamericana.
Pero, me cuesta mucho más entender cómo Sanders, que pretende mejorar las condiciones de pobreza en virtud de su socialismo, prefiera proteger a los trabajadores norteamericanos (que, aun con sus penurias, no lo pasan tan mal) por encima de los trabajadores tercermundistas que desesperadamente buscan mejorar su condición insertándose en un mercado competitivo.
            Los socialistas originales, los del siglo XIX, no tenían contemplaciones por el nacionalismo. Ellos buscaban la mejora de las condiciones de la clase trabajadora, sin importar su nacionalidad. Pero, Sanders, en cambio, parte de un argumento nacionalista: es necesario proteger a los trabajadores americanos frente a las trasnacionales, aun si eso implica perjudicar a los trabajadores asiáticos. Su prioridad es la nación, por encima de la clase trabajadora internacional.

            Hay un punto que es muy delatador. Sanders es el candidato más izquierdista de la actual campaña. ¿Quién es el más derechista? Donald Trump. ¿Qué opina Trump sobre el TPP? Se opone, y sus argumentos son muy parecidos a los de Sanders: el TPP perjudica a la clase trabajadora norteamericana. El magnate neoyorquino propone cerrar las fronteras de la migración, pero también las fronteras del comercio (al menos, manteniendo las tarifas para proteger la producción norteamericana frente a la competencia). Trump es al menos más honesto en su nacionalismo: él asume sin complejos que su misión es defender a EE.UU., incluso si eso implica perjudicar a otros países. Sanders, en cambio, se impregna de una retórica de solidaridad, pero en el fondo, participa del mismo nacionalismo, y propone un programa para privilegiar al trabajador norteamericano por encima del trabajador tercermundista.

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