martes, 29 de diciembre de 2015

"Hombre irracional", de Woody Allen: una divertida crítica a la filosofía

La mayor parte de la filosofía en el siglo XX, se conformó en torno a dos bloques: la tradición analítica, oriunda de los países de habla inglesa; y la tradición continental, oriunda fundamentalmente de Francia y Alemania. La tradición analítica nos dio grandes nombres como Bertrand Russell, Otto Neurath, Karl Popper, Mario Bunge, y tantos otros, que hicieron importantísimas contribuciones a la aclaración de problemas conceptuales. Sus aportes acercaron definitivamente la filosofía a la ciencia.
            La filosofía continental, en cambio, fue más dada a plantearse problemas menos precisos. Algunos de estos filósofos dijeron cosas interesantes, pero lamentablemente, muchos otros abrieron la puerta a los disparates del posmodernismo. La mala fama que tiene la filosofía, aquella disciplina con la cual o sin la cual, el mundo se queda tal cual, en parte es debida a los autores continentales.

            Woody Allen, siempre culto, hace un guiño a esto, en su más reciente película, Hombre irracional. Narra la historia de Abe, un profesor muy dado a la filosofía continental, sobre todo al existencialismo (se menciona en el film continuamente a Kierkegaard, Sartre, Heidegger y Simone de Beauvoir). Abe se toma muy en serio las preguntas existencialistas sobre el sentido a la vida, y se hunde en una profunda depresión.
Un buen día, se entera de que hay un juez corrupto fastidiando la vida a los demás, y decide matarlo. De repente, se da cuenta de que con ese asesinato su vida ahora adquiere sentido, pues ha hecho un bien a la sociedad. Logra salir así de la depresión. Pero, se entera de que un hombre inocente es culpado de haber matado al juez, y ahora enfrenta el dilema moral de si debe entregarse o no para salvar al inocente. Abe, que al principio había asumido el homicidio como una acción muy moral, ahora se hace un poco más la vista gorda, y decide matar a su joven amante, pues ésta sabe que él es el asesino del juez, y lo presiona para que se entregue.
Woody Allen logra con mucha destreza, darle un giro cómico a Crimen y castigo, de Dostoyevski. En esa clásica novela, Raskalnikov decide estar por encima de las normas, y se siente en el derecho de matar a los indeseables de la sociedad. En Hombre irracional, la lectura de filósofos existencialistas eventualmente conduce a Abe a hacer algo parecido. Ha habido, de hecho, situaciones como ésta en la vida real. En 1924, dos jóvenes estudiantes norteamericanos, Leopold y Loeb, mataron a un muchacho. Trataron de justificarse en la lectura de Nietzsche: el superhombre está por encima de las reglas.
No pretendo decir que la lectura de filósofos existencialistas conduzca a crímenes. Obviamente, debe haber problemas psicológicos previos para que una persona termine cometiendo atrocidades. Pero, sí deseo enfatizar un lema muy querido por los conservadores norteamericanos: las ideas tienen consecuencias. He conocido a gente que, al leer a nihilistas como Emile Cioran, contemplan seriamente el suicidio.

Lo irónico es que, el propio Cioran, que continuamente dijo que la vida no tiene sentido, ¡vivió hasta los 84 años! En Hombre irracional, Woody Allen hasta cierto punto se mofa de todos estos filósofos inclinados al existencialismo, quienes vociferan sobre la angustia que sienten ante el vacío y lo absurdo, pero que en realidad, viven vidas burguesas muy acomodadas. O, peor aún, muchos lectores de estos libros asumen esos textos con cierto aire de esnobismo (sobre todo para impresionar a las jovencitas, como hace Abe en la película), pero cuando realmente deben enfrentar los dilemas morales que se les plantea a raíz de tomarse muy en serio estas filosofías, ahí abandonan la filosofía y se convierten en personajes muy mundanos.

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