domingo, 23 de noviembre de 2014

¿Deberíamos alegrarnos de ver a E.T.?



            La idea de encontrar vida extraterrestre emociona a mucha gente. Sería, supuestamente, un gran descubrimiento tras décadas de búsqueda, y además, la satisfacción de la curiosidad tras décadas de imaginación en la ciencia ficción. Pero, puede haber motivos para pensar que el descubrimiento de vida extraterrestre sería más bien una ocasión terrorífica para la humanidad.

            Esto no sería propiamente debido a la posibilidad de que, al hacer contacto con los extraterrestres, éstos busquen invadirnos y aniquilarnos (aunque, por supuesto, nunca deja de ser una posibilidad que debamos contemplar). Lo terrorífico vendría más bien de un cálculo probabilístico.
            A mediados del siglo XX, el físico Enrico Fermi planteó una pregunta que, hasta ahora, no ha tenido respuesta definitiva: si el universo es tan vasto (y ¡vaya que sí es vasto!), ¿por qué no hemos hecho contacto con extraterrestres? A esta pregunta hay varias respuestas, pero la más común (una que el propio Carl Sagan adelantó con frecuencia) es la siguiente: no hemos hecho contacto con civilizaciones extraterrestres, porque éstas se extinguen antes de alcanzar la posibilidad de desarrollar tecnología que permita el contacto. Y, por supuesto, nosotros corremos el mismo riesgo.
            En apariencia, encontrar vida extraterrestre sería una gran noticia, pues revelaría que hay al menos una civilización que sí superó el riesgo de extinción antes de llegar a la fase avanzada de tecnología. Si ellos pudieron hacerlo, entonces nosotros también podríamos. Pero, a esto se le puede dar un giro pesimista: el hecho de que otras civilizaciones haya alcanzado ese nivel tecnológico sería más bien motivo para pensar que nosotros no seremos una civilización que sobreviva.
            Que una civilización en el universo alcance el nivel tecnológico para comunicarse con otras en alguna otra galaxia, requiere de varias pruebas. Robin Hanson lo llamó “el gran filtro”. Hay muchas estrellas, pero sólo una fracción tiene condiciones para atraer planetas con condiciones para albergar vida. He ahí un primer filtro. Puede haber planetas con vida simple, pero seguramente una pequeña fracción tiene organismos con células complejas. He ahí otro filtro. Puede haber planetas con organismos de célula compleja, pero seguramente sólo una fracción tiene reproducción sexual. Otro filtro. De ésos, una fracción tiene organismos multicelulares. Y así, los filtros continúan: animales con inteligencia, desarrollo civilizatorio como el nuestro y (el filtro que aún no hemos pasado), capacidad de explorar el universo para establecer contacto con otras civilizaciones.
            El hecho de que, hasta ahora, no hemos hecho contacto con una civilización extraterrestre hace pensar que hay un gran filtro que impide que se llegue a esa fase. Esto plantea dos posibilidades: ese filtro, o está detrás de nosotros, o está delante de nosotros. Si ese filtro está detrás de nosotros, eso quiere decir que ya nosotros lo hemos superado (un planeta habitable, vida con células complejas, vida multicelular, reproducción sexual, vida inteligente. Pero, si está detrás de nosotros, eso quiere decir también que, probablemente, precisamente por ser el gran filtro, otras civilizaciones no lo han pasado, y así, esperaríamos que no existan civilizaciones extraterrestres. Eso sería un alivio, pues ya habríamos pasado el gran filtro, y no habría una amenaza seria a nuestra existencia, y tendríamos el camino libre para alcanzar niveles avanzados de civilización.
            En cambio, si hacemos contacto con vida extraterrestre más avanzada que nosotros, eso implicaría que el filtro está delante de nosotros. Y, si esa civilización sí logró pasar el gran filtro, aún en contra de las probabilidades, entonces eso sería evidencia de que, por así decirlo, alguien ya ganó la lotería, y eso reduce significativamente la posibilidad de que nosotros también la ganemos. Por ende, la aparición de vida extraterrestre más inteligente que nosotros sería indicio de que tenemos en contra las probabilidades de sobrevivir para alcanzar ese nivel.
            Este argumento es intrigante, pero yo veo algunos problemas. En primer lugar, asume que la respuesta más adecuada a la pregunta original de Fermi es que no hemos hecho contacto con extraterrestres, sencillamente porque las civilizaciones se extinguen antes de llegar al nivel de desarrollo tecnológico que permita la comunicación. Pero, ésa no es necesariamente la mejor respuesta. Puede ser, sencillamente, que estemos en un rincón del universo que no sea atractivo explorar a otras civilizaciones; puede ser que los extraterrestres nos estén observando pero no quieran interactuar; puede ser que nos han enviado señales, pero nosotros no las sabemos interpretar, etc.
            Más problemático aún es que, según me parece, este argumento comete la llamada “falacia del jugador”. En los casinos, hay jugadores que creen que, al tirar los dados, si sale varias veces el 6, en la próxima no saldrá el 6. Ellos asumen que, una vez que salga un número, éste no se repetirá. Pero, este razonamiento es erróneo: cada vez que se lanza un dado es un evento independiente de los otros, y la probabilidad es la misma (1/6), sin importar cuáles han sido los resultados previos. Pues bien, del mismo modo, la probabilidad que tengamos de pasar el gran filtro sería autónoma de si otras civilizaciones lo han pasado o no. Encontrar vida extraterrestre inteligente no debería hacernos ni más pesimistas ni más optimistas, del mismo modo que quien apuesta al 6 no debería ser ni más pesimista ni más optimista por el hecho de que otro jugador también sacó el 6.
            En todo caso, asumiendo que el argumento del gran filtro sí es válido, queda la pregunta: ¿vale la pena, entonces, seguir buscando vida extraterrestre? He mencionado que, según el argumento, si encontramos vida extraterrestre, eso sería malas noticias para nosotros. Quizás, entonces, sería mejor hacer como el avestruz, y enterrar nuestra cabeza en la arena, para no amargarnos la vida (esto es una mera figura literaria, ¡los avestruces en realidad no hacen eso!): mejor no tratar de hacer contacto con vida extraterrestre inteligente.
          Pero, por otra parte, esto es un mero argumento de probabilidad: el contacto con extraterrestres inteligentes sólo aumentaría las probabilidades de nuestra extinción, pero de ninguna manera sería una condena irreversible. Más bien, al saber que las probabilidades están contra nosotros, tomaríamos mayor conciencia de los riesgos que amenazan la existencia de nuestra especie o de la posibilidad de que lleguemos a una fase avanzada de tecnología, y trataríamos de protegernos mejor frente a esos riesgos. Por ello, a mí sí me parece prudente seguir buscando vida extraterrestre.

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