lunes, 23 de diciembre de 2013

La legalidad y la moralidad del aborto



El Partido Popular en España ha derogado la anterior ley del aborto de ese país, y ahora, el aborto está ilegalizado. Sólo se admite como excepción los casos de violación y aquellos en los cuales la vida de la madre esté en riesgo.

Mucha gente ha protestado airadamente, y comparto este malestar. Me parece bastante contundente un argumento utilitarista a favor de la legalidad del aborto: la ilegalización no hará más que relegar al mercado negro los abortos, y ahora, éstos se realizarán con muchísimo más riesgo. Un simple cálculo utilitarista permitiría apreciar que la legalización del aborto salva más vidas (tanto de las madres como de los fetos) que la ilegalización.
Pero, la gente que solicita la legalidad del aborto se apresura a defender su moralidad, bajo la excusa de que las mujeres tienen derecho a decidir sobre su cuerpo. Yo prefiero asumir más cautela en la dimensión moral del aborto. Si el embrión o feto puede considerarse una persona, entonces no creo que pueda haber justificación utilitaria posible. Mi utilitarismo tiene límites, y en ese sentido, hay cosas que son malas, y la justicia exige evadirlas, sin importar cuán inconveniente sea. Por usar una evocadora frase filosófica, tenemos la obligación de hacer justicia, aun si los cielos se caen.
 No importa cuán beneficioso sea para la madre (o incluso, para la sociedad en general) el aborto. Si el embrión es una persona, tiene derechos, y los mínimos derechos individuales no pueden sacrificarse forzosamente en beneficio del colectivo. Es el mismo motivo por el cual la eugenesia es una aberración moral. Quizás nos vendría muy bien eliminar a los discapacitados, a los cretinos, etc., pero es ineludible que esta gente tiene derechos, y que estos derechos son innegociables frente al ideal del “bien común”. Así como la sociedad no tiene el derecho a elegir si un retrasado mental vive o no, una mujer tampoco tendría el derecho a elegir si un embrión vive o no.
La filósofa Judith Jarvis Thomson cobró fama con su argumento según el cual, aun si el embrión (o feto) se considera una persona, la mujer tiene derecho a elegir acabar con su vida. Thomson plantea la siguiente analogía: un hombre es raptado, y obligado a donar su sangre mediante diálisis, para mantener vivo a un talentosísimo violinista. Thomson opina que, aun si la donación de sangre cumple un loable propósito, el hombre en cuestión no está moralmente obligado a sacrificar su comodidad para mantener con vida al violinista. Del mismo modo, la mujer no está obligada a sacrificar su comodidad para mantener con vida al feto.
El argumento es atractivo, pero a mí no me convence. A diferencia del hombre raptado para mantener con vida al violinista, la mujer voluntariamente tuvo sexo, y al practicar la actividad sexual, tácitamente estaba aceptando la responsabilidad de sus actos. De forma tal que no lo tiene tan fácil zafarse de la responsabilidad de llevar el embrión en su vientre. Con todo, habría que admitir que en los casos de violación, la situación sí cambia, y en esos casos, el argumento de Thomson sí cobra más fuerza. Por ello, a mí me parece que, en casos de violación, sí hay justificación moral para el aborto, independientemente de si el embrión (o feto) es o no una persona. Pero, en los casos de sexo consensuado, el aborto tendría justificación sólo si el embrión no es una persona.
La cuestión central, entonces, es el estatuto ontológico del embrión. Me resulta harto contra-intuitivo que un cúmulo de células, en su fase temprana de gestación, pueda considerarse una “persona”. La definición de “persona” es notoriamente difícil, pero yo incluiría entre los criterios definitorios, alguna capacidad mental (en vista de lo cual, por ejemplo, veo más plausible que un I-Phone o un macaco sean personas), y es obvio que el embrión no la tiene.
Hay gente que apela a la potencialidad para justificar que el embrión sí es persona. No me convence ese argumento. Con las tecnologías de clonación humana, cualquier célula humana es potencialmente un ser humano desarrollado, pero con todo, no consideramos que un pelo abandonado en una peluquería es una “persona”.
También se apela a la composición del alma, como criterio para definir a una “persona”. Bajo la concepción religiosa tradicional, el alma es creada por Dios en el momento de la fecundación. Este argumento me parece fallido por dos razones fundamentales. En primer lugar, es dudoso que exista el alma. Pero, en segundo lugar, aun si existiese, queda la dificultad de explicar cómo se crean las almas de los gemelos idénticos: en esos casos, hay una sola fecundación, y sólo posteriormente, con la gestación, el embrión inicial se divide en dos. ¿Se divide el alma original también en dos? Esto suena muy extraño.  
Por estas razones, yo opino que el embrión no es una persona, y en ese sentido, no es inmoral acabar con su vida. Y, en todo caso, aquellas personas que se oponen al aborto bajo el argumento de que se está matando a una persona, deberían oponerse a la fertilización in vitro y a los estudios con células madres embrionarias, pues en esos procedimientos, también se desechan embriones (de hecho, los grupos religiosos más radicales efectivamente se oponen a estos procedimientos y piden su ilegalización).
Ahora bien, ¿en qué momento el embrión (o feto) se convierte en una “persona”? Presumo que la mayoría de la gente que favorece el aborto sí se opone al infanticidio, pues no es lo mismo acabar con un feto, que acabar con un niño. Pero, ¿hay acaso una gran diferencia ontológica entre un feto y un recién nacido? El filósofo Peter Singer (quien sí defiende el aborto) célebremente ha opinado que no. El atravesar el canal de nacimiento no hace una diferencia ontológica sustanciosa: no hay mayor diferencia entre abortar un feto de 8.5 meses, y matar a un niños de apenas un día de nacido. Precisamente en función de eso, Singer también considera moralmente aceptable el infanticidio, siempre y cuando sirva al bien común.
Esto para mí es un trago demasiado grueso. A mí sí me parece una monstruosidad moral el infanticidio. Pero, perfectamente reconozco, junto a Singer, que no hay mayor diferencia ontológica entre el feto en gestación avanzada, y el recién nacido. Y, debo admitir que esto me genera una tremenda incomodidad intelectual. Pues, no encuentro criterio firme para oponerme al infanticidio, pero excusar el aborto.

Quizás la escapatoria esté en el sistema nervioso. Cuando el feto desarrolla un sistema nervioso a partir de la octava semana, ya adquiere la capacidad de tener sensaciones. Singer opina que esto no es suficiente para impedir la justificación moral del aborto, pues no se trata sólo de recibir sensaciones, sino de tener alguna facultad deliberativa. Yo no comparto ese criterio, pero supongo que es un debate que seguirá abierto y que debe fomentarse.
En función de esto, me parece que, en el plano moral, hay justificación para el aborto en cualquier caso de violación (en continuidad con el argumento de Judith Jarvis Thomson). En los casos de sexo consensuado, habría justificación para el aborto sólo hasta la octava semana. Con todo, en el plano legal, me parece muchísimo más conveniente la legalización.

7 comentarios:

  1. Sobre lo de la 8a semana de gestación:

    El dolor requiere de dos cosas en concreto: el reconocimiento consciente y el estímulo nocivo (Drey, et al., 2005). Para que estas dos cosas sean reconocidas, se necesita una gran cantidad de energía del cerebro. En primer lugar, a pesar de que no sabemos acerca de los detalles del cerebro, sabemos con certeza qué áreas hacen qué y cómo están conectadas. Por ejemplo, las cortezas prefrontales límbicas (emoción) y las cortezas prefrontales laterales (cognitivas) de los primates en general están muy interconectadas y se cree que son necesarias para la capacidad de ser conscientes y tal (Barbas, 2000). El problema de si un feto siente dolor, entonces se basa en las vías neurales desde los sensores a lo largo de la piel, órganos, etc, hasta la columna vertebral, y en el cerebro, que entonces necesita una corteza prefrontal desarrollada y las conexiones mielinizadas (aisladas) necesarias para ser capaz de procesar lo que se siente. Entonces se supone que la anatomía mínima necesaria para el dolor, hecha la conexión, es de las proyecciones del tálamo (región del cerebro situada entre la corteza y el cerebro medio) hacia la corteza llamada fibras tálamo-corticales (Grupo de Trabajo, 2010; Drey, et al., 2005) junto con terminaciones nerviosas libres. Estas fibras comienzan a aparecer entre las 23 a 30 semanas de gestación, y se sabe que las terminaciones nerviosas libres en todo el cuerpo comienzan a conectarse a la columna vertebral y maduran entre las 23 y las 25 semanas de gestación (Derbyshire, 2006; Drey, et al, 2005). A lo que esto equivale es al consenso de que el feto tiene la capacidad neurológica para sentir el dolor en torno a las 26 a 30 semanas de gestación (Drey, et al., 2005; Grupo de Trabajo de 2010, Derbyshire, 2006).

    Sobre el consecuencialismo de haber tenido sexo consentido y voluntariamente:

    ¿Le negarías entonces a alguien que ha perdido la mano, la posibilidad de operarse y que le sea restituida sólo por su irresponsabilidad de haber sacado el brazo por la ventana del bus?

    Lo siento, no puedo compartir esa postura; en ambos casos la persona elige sobre su cuerpo, y negar esto tan básico es castigar la sexualidad femenina, herencia religionista donde las haya.

    Un saludo, Gabriel

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    1. 1. Hola David, gracias por esos conocimientos neurológicos. Si tienes razón (y presumo que la información que ofreces sigue estando abierto al debate), entonces efectivamente habrá que postergar la moralidad del aborto, de la semana 8 a la semana 26.
      2. Yo no le negaría a una persona la posibilidad de operarse y restituir su brazo. Pero, creo que la analogía no se sostiene (lo mismo que con el caso planteado por Thomson). Restituir el brazo no perjudica a nadie. En cambio, el aborto sí perjudicaría al feto (asumiendo, por supuesto, que el feto sí es una persona). No veo mal que una persona elija sobre su cuerpo, pero si esa elección implica la muerte de otra persona (y, por supuesto, queda abierto al debate si el feto es o no una persona), entonces me parece que ya la selección no puede ser tan libre, si deseamos conservar un criterio moral.

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    2. Llevas razón en esa objeción, Gabriel, y en el resto de tus argumentaciones. Me pasa lo mismo que a ti en relación con este tema tan complejo, y por tanto me veo incapaz de tener las ideas tan claras como los dos bandos que se enfrentan, una y otra vez, sin escucharse mutuamente ni aburrirse.

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  2. Buenas, hace algún tiempito no me pasaba por acá y veo que has escrito artisimo (sobre el diablo ¿?)

    Solo era para plantearte algunas cuestiones que ya conocerás probablemente:

    - Cuando dices que tu utilitarismo tiene límites, ¿cómo decides qué limites colocar? tu puedes poner unos límites, yo otros distintos, ¿por qué tendrías tú la razón y yo no? me parece que eso lleva cierta arbitrariedad, es como el creyente que mira en su biblia "no matarás" en un lado, y "matarás" en otro, y opta por hacer caso de la primera opción.

    -Lo otro es lo del argumento de la potencia, que a ti no te convence:
    Supongamos que una mujer está embarazada, y su hijo todavía no puede sentir dolor. Supongamos que a ese ser, intencionalmente, se le hace un daño, pero no se le mata, de modo que pueda sobrevivir y nacer, pero con una discapacidad. ¿Estaría mal hacerle un daño a ese ser que todavía no es consciente?

    Saludos.

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    1. Hola Javier,
      1. En discusiones éticas, me parece, se llega a una base axiomática que, al final, resulta intuitiva. Así pues, temo (muy a pesar, pues yo quisiera que hubiera una base más firme) que los límites de mu utilitarismo vienen dados por alguna intuición. Hay ciertas cosas que, desde un punto de vista utilitarista pueden ser defendibles, pero a mí me seguirán resultando repugnantes.
      2. Si todavía no es consciente, no veo objetable que se le haga algo malo. Pero, en tanto es una suerte de propiedad de la madre, si ésta no da consentimiento para que se le haga algo al feto, entonces sí lo veo obtetable.

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    2. Hola, en lo segundo no sé si no me expliqué bien.
      Pongo un ejemplo que nunca se ha realizado y nunca se realizará en la vida real, pero puede pasar, por lo menos en teoría.
      Yo lo que digo es que se le haga un daño al feto insensible (con el consentimiento de la madre), de modo que cuando el niño nazca, lo haga sin una pierna o algo así. Y que todo se haga con la intención de hacerle un daño al feto sin matarlo, de modo que cuando crezca quede liciado y lleve una vida de sufrimiento.

      Es un ejemplo ridiculo, a nadie se le ocurriría hacer algo así, pero como pensar es gratuito....

      ¿Todavía no le ves nada objetable?
      Saludos.

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    3. Hola Javier, no es un ejemplo ridículo; más bien invita a pensar detenidamente sobre el tema. En este caso que planteas, NO es moralmente aceptable, pues una acción como ésa sí generará daños sobre una persona consciente más adelante.

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