miércoles, 13 de julio de 2011

El mejor antídoto contra el racismo es ignorar las diferencias



El consenso abrumador entre los biólogos es que las razas humanas no existen; antes bien, se trata de una construcción social, un invento de los hombres. Así como podemos clasificar a la humanidad de acuerdo al color de la piel, también podemos hacer una clasificación no menos arbitraria de acuerdo al tipo de sangre. Y, como se sabe, estas dos clasificaciones no coinciden, cuestión que revela la arbitrariedad del concepto de ‘raza’.

Fue a mediados del siglo XIX cuando hubo mayor interés en promover las supuestas diferencias raciales en la especie humana, con las lamentables obras de autores racistas como Gobineau o LeBon. Con todo, una de las grandes ironías es que, en pleno siglo XXI, aquellos que supuestamente se proponen combatir el racismo, hacen algo muy parecido a lo que hacían los racistas pseudo-científicos del siglo XIX.

En vez de asumir que las razas humanas no existen, y adoptar una actitud de daltonismo social (a saber, no tomar en cuenta los colores de la gente), muchos de quienes supuestamente combaten el racismo se proponen más bien promover y estimular el apego a las identidades raciales. Así, en vez de proclamar la universalidad de la especie humana e ignorar la imposición de diferencias raciales arbitrarias, muchos de estos grupos enaltecen la ‘negritud’, y evocan el orgullo de ser rojo o amarillo. Por supuesto, cuando algún blanco manifiesta orgullo por el color de su piel, estos mismos grupos supuestamente anti-racistas se preocupan. Está bien que una persona de piel oscura rescate su identidad, pero no está bien que una persona de piel clara lo haga.

Asimismo, estos mismos grupos supuestamente antirracistas llevan una lupa y observan todo tipo de estadísticas, buscando patrones que les permita inferir que en la sociedad hay racismo. Así, fácilmente alegan que el sistema penitenciario es racista, porque el 80% de los internos son ‘negros’; o que sólo el 12% de la universidad son personas de piel oscura, o que en la televisión no hay presentadores con altos niveles de melanina. Pero, precisamente puesto que las características raciales son arbitrarias, perfectamente podemos hacer malabares estadísticos y llegar a otras conclusiones: seguramente, menos del 1% de los presentadores de televisión son calvos, o quizás, menos del 5% de estos presentadores tienen sangre con el factor Rh-. Podemos hacer lo mismo con la estatura, la forma de las cejas, el lóbulo adherido, etc. Si asumimos la obsesión con buscar rasgos raciales, y a partir de ello denunciar la discriminación, pronto podremos desembocar en absurdos como éstos.

Quienes forjaron el racismo lograron imponer diferencias arbitrarias sobre los seres humanos. La mejor manera de combatir el racismo es reconociendo que estas diferencias son meras construcciones sociales, y que por tanto, debemos ignorarlas. El mejor modo de combatir el racismo es dejar de preocuparnos por la existencia de blancos o negros, y preocuparnos sencillamente por la existencia de seres humanos. Perdemos el tiempo llevando estadísticas sobre cuántos negros matan a blancos, o cuántos blancos violan a negras.

Sería ingenuo negar que el racismo aún existe y, por supuesto, el Estado debe hacer todo lo posible por erradicar la discriminación. Si a una persona se le niega la entrada a una discoteca, por el mero hecho de tener piel oscura, el Estado debe intervenir para erradicar este tipo de prácticas. Pero, precisamente, para que la gente de piel oscura no sea más discriminada en la entrada a discotecas, el Estado debe empezar por dejar de lado la obsesión con saber qué hacen los blancos y qué hacen los negros.

Ignorar las diferencias biológicas de los miembros de una sociedad es el ideal universalista de la Ilustración, y al cual la tradición republicana francesa ha tratado de darle cumplimiento. Ciertamente, la experiencia francesa no ha sido enteramente exitosa, y el racismo aún no ha sido erradicado. Pero, me parece que mucho podemos aprender de ella. Ha sido gracias a las políticas de asimilación (las cuales consisten básicamente en homogenizar a la población e ignorar las diferencias arbitrariamente impuestas en el pasado), como se ha avanzado significativamente hacia la superación de una sociedad racista.

El primer paso para dejar atrás el racismo es ignorar las razas. Cuando dejemos de ver a ‘blancos’ y ‘negros’, estaremos mucho más cerca de ofrecer igualdad de oportunidades, y cada individuo podrá desarrollar sus potencialidades sin encontrarse con el obstáculo de la discriminación. En cambio, si seguimos empeñados en continuar la diferenciación racial arbitraria de la humanidad, mediante la evocación del orgullo por la ‘negritud’ o cosas por el estilo, las personas seguirán dividiendo el mundo en ‘blancos’ y ‘negros’, y la discriminación continuará.

4 comentarios:

  1. Excelente texto. Ya que al principio mencionas a Gobineau y Le Bon, creo que es importante también mencionar a Houston Stewart Chamberlain (1855-1927), cuyas ideas racistas influyeron inlcusive en altos jerarcas e ideólogos del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán. Chamberlain era inglés, y de buena familia, pero renegó de su patria y de su gente y se hizo alemán, escribiendo varias otras obras preconizando la superioridad nórdica, aria y germánica sobre los demás pueblos. Enfermizo desde niño, sus últimos años los pasó paralizado en Bayreuth (admiraba mucho a Wagner, y se casó con la hija el compositor alemán, Eva, en 1908). Su obra principal fue "Los fundamentos del siglo XIX"('Die Grundlagen des Neunzehnten Jahrhunderts').

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  2. Como siempre, gracias por su valioso comentario.

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  3. Sabías que esa diferencia genética del 1% , también la tenemos con ratas, perros y monos? eso es porque somos mamíferos, no porque seamos iguales.

    Si queres combatir la xenofobia empezá a respetar las diferencias, no a eliminarlas diciendo que "somos iguales", porque no es así, la antropología, la antropometría y la genética ya lo demostraron, las razas tienen diferentes dimensiones óseas muy diversas que van dese las formas craneales hasta el ancho y largo de los huesos, pasaron por la textura de la piel y llegando a la melanina (que no tienen nada que ver con temperaturas y poco sol, porque de hecho pueblos de siberia de origen mongol viven a la misma altitud que pueblos de europa y no son para nada parecidos físicamente, ni mucho menos culturalmente)

    Hay personas de otras razas que también defienden estas posturas, y no es algo que sea bueno o sea malo, es algo que ES, y que está en la ciencia.
    y justamente lo que hace rico al ser humano no es la mezcla ni la igualdad, sinó la diferencia con la cual cada cultura supo expresarse y realizar cosas magníficas, de hecho la mezcla solo trajo el atraso y la eliminación de características.

    pensalo.

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    1. Con los perros, monos y ratas, la diferencia en el ADN es mayor de lo que tú indicas.
      Es cierto que los forenses, con tan sólo observar un cráneo, pueden inferir el color de piel que tuvo la persona, y eso, parece, sería indicativo de que las razas humanas sí existen. Pero, el problema es que lso seres humanso contamos con decenas de miles de rasgos, y quienes asumen que las razas existen arbitrariamente seleccionan un puñado para clasificar a la humanidad. Así como señalas diferencias óseas, hay muchísimos otros rasgos que colocarían en duda la clasificación convencional de las razas humanas. En todo caso, si bien la antropometría sí permite sugerir que las razas humanas sí existen, te equivocas cuando señalas que los estudios genéticos respaldan tu opinión.
      Pero, aun en el caso de que las razas humanas sí existieran, de eso no se sigue la conclusión de que la humanidad estaría mejor si los distintos grupos raciales no se mezclaran. La ciencia NO respalda tu opinión.

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